martes, 18 de enero de 2011

La reina Victoria



Vivió en el Palacio de Buckingham. El 26 de junio de 1830 murió el rey Jorge IV, siendo sucedido por el duque de Clarence como rey Guillermo IV. Como el nuevo monarca no tenía descendencia legítima superviviente, Victoria, de 11 años, se convirtió en la presunta heredera del trono. Como las leyes de la época no estaban preparadas para la eventual subida al trono de un infante, se promulgó la Ley de Regencia de 1831, en la cual se estipulaba que la duquesa de Kent, madre de Victoria, sería la Regente del reino durante la minoría de edad de la reina. Ignorando el precedente de Jorge IV, el Parlamento no creó un Concilio para limitar los poderes de la eventual Regente.

La reina Victoria de Inglaterra ascendió al trono a los dieciocho años y se mantuvo en él más tiempo que ningún otro soberano de Europa. Durante su reinado, Francia conoció dos dinastías regias y una república, España tres monarcas e Italia cuatro.
En este dilatado período, que precisamente se conoce como "era victoriana", Inglaterra se convirtió en un país industrial y en una potencia de primer orden, orgullosa de su capacidad para crear riqueza y destacar en un mundo cada vez más dependiente de los avances científicos y técnicos.
La niña, cuyo nombre completo era Alejandrina Victoria, perdió a su padre cuando sólo contaba un año de edad y fue educada bajo la atenta mirada de su madre, revelando muy pronto un carácter afectuoso y sensible, a la par que despabilado y poco proclive a dejarse dominar por cualquiera

El príncipe Alberto
El 10 de febrero de 1840 la reina Victoria contrajo matrimonio. Se trataba de una unión prevista desde muchos años antes y determinada por los intereses políticos de Inglaterra. El príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, alemán y primo de Victoria, era uno de los escasísimos hombres jóvenes que la adolescente soberana había tratado en su vida y sin duda el primero con el que se le permitió conversar a solas. Cuando se convirtió en su esposo, ni la predeterminación ni el miedo al cambio que suponía la boda impidieron que naciese en ella un sentimiento de auténtica veneración hacia aquel hombre no sólo apuesto, exquisito y atento, sino también dotado de una fina inteligencia política.
  
Finalmente, 1861 se convierte en el "annus horribilis" de Victoria, al fallecer su madre en marzo y en diciembre su esposo, víctima del tifus. Pero esta última muerte, supone para la reina el acontecimiento más doloroso de su vida, y es desde entonces ha vestido de negro haciéndose acompañar constantemente de su fotografía, y manda al servicio disponer a diario la ropa limpia de Alberto. Esta mujer a pesar de su dolor ha decidido mostrarse con su carácter decidido y luchador, al no dejarse abatir por el dolor sufrido y dedicarse de pleno a trabajar por su país y la monarquía. Si bien ha restringido sus apariciones públicas, desde el trono contribuye como nadie antes a afianzar el prestigio de la monarquía, ejerciendo un papel de referencia para el pueblo inglés, modelo de los valores que Victoria quiere impregnar.


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